Del índice regional de innovación a los proyectos de país.

– ¿Podrías decirme, por favor, qué camino tengo que seguir para salir de aquí?

– Eso depende del sitio a dónde quieras llegar -dijo el gato.

– No me importa el sitio -contestó Alicia.

– Entonces no importa mucho el camino que tomes -respondió el gato.

-…siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia a modo de explicación.

– Siempre llegarás a alguna parte si caminas lo suficiente.

(Alicia en el país de las maravillas. L. Carrol. 1865)

Los índices europeo y regional de innovación acaban de ver la luz. Estos indicadores son importantes porque sabemos que casi dos tercios del crecimiento económico de Europa en los últimos años pueden explicarse gracias a la innovación. Los resultados apuntan a que Europa mejora de manera visible su perfil innovador, hasta el punto de dejar atrás a los poderosos Estados Unidos, aunque sigue perdiendo posiciones frente a otros gigantes domo Japón, Corea del sur y China. Bajando la lupa hasta el nivel regional, el podium está en manos de Suiza, con dos de sus regiones -Zürich y Ticino- a la cabeza del ranking de innovación. En este punto encontramos la primera evidencia: Europa se mueve, y se mueve rápido; de las 238 regiones estudiadas, 159 han mejorado su perfil innovador en los últimos 10 años.

El País Vasco ha mejorado su perfil innovador un 8.8% desde los resultados de 2011, pero a pesar de todo, ha dejado de estar en grupo de las regiones fuertemente innovadoras para pasar al grupo de las moderadas. Aunque muchas y muchos ya lo estábamos avanzado desde que en la edición de 2017 nuestro país se situara en la frontera de las regiones por encima del 90% de la media europea (91.4%) , no por esperado deja de ser menos decepcionante. El 79.8% de esta edición no deja lugar a dudas: hemos abandonado las posiciones de cabeza en el índice para unirnos al pelotón.

Regional Innovation Scoreboard 2019. Source: European Commission.

¿Qué ha pasado?

El País Vasco cae de la posición 110 a la 132, arrastrado por las caídas en los indicadores de patentes, colaboración entre PYMEs innovadoras, productos y procesos innovadores, publicaciones público-privadas, inversión en I+D (privada y pública) y en el número de PYMEs innovadoras.

En relación a Europa tenemos debilidades claras en aplicación de diseños, patentes y marcas y en la generación de innovación en cualquiera de sus modalidades (proceso, producto, mercado y organización), así como en el número de PYMEs que innovan y en la inversión pública en I+D. Respecto a la edición anterior del indicador (RIS2017) hemos perdido posiciones en cuanto a publicaciones citadas, PYMEs innovadoras y colaboración entre PYMEs.

Estamos, eso sí, entre las mejores 40 regiones en cuanto a la cantidad de población con educación terciaria, en educación continua a lo largo de la vida y en venta de innovación como porcentaje del volumen de negocio de las PYMEs.

Perfil del País Vasco en relación a Europa (azul) y a España (naranja) en el RIS2019 y en el RIS2017. Fuente: Comisión Europea.

¿Es el índice regional de innovación el faro que debemos seguir?

Aunque los resultados acaban de salir, ya he comenzado a leer los «ya os lo dije» y los «esto se veía venir«. Pero es importante que antes de hablar, pensemos. Hay muchos y conocidos puntos de mejora en el perfil innovador del País Vasco, por lo tanto, está claro que tenemos margen de mejora y una responsabilidad con la ciudadanía actual y la futura. Sin embargo, los índices de innovación no tiene por qué marcar nuestra ruta. Si invirtiéramos un esfuerzo importante en formar a más personas, o incrementáramos de manera sustancial la inversión en I+D pública, mejoraríamos seguro nuestra posición dentro del ranking. Pero, ¿esto garantiza mejores resultados? No. No los garantiza en absoluto. Un incremento en los recursos no garantiza que mejoremos la productividad del sistema y que obtengamos más riqueza y más bienestar. Necesitamos mejorar nuestro nivel de eficiencia y de productividad; necesitamos mejorar el proceso de convertir los recursos en resultados, y esto no tiene un reflejo inmediato en el índice de innovación. Si convertimos el indicador en un objetivo final nos estamos equivocando. Los indicadores NO son objetivos finales. Son una señal de que caminamos, pero no son una garantía de que hemos elegido el buen camino.

Y ahora, ¿qué hacemos?

Lo que tenemos que hacer es elegir el camino. Como ya he comentado en ocasiones anteriores, definir una política de innovación orientada a los resultados y a la especialización inteligente es necesario pero no es suficiente. Es necesario definir una política orientada a impacto. Los grandes proyectos de país, liderados entre el gobierno y el sector empresarial serán los que nos impulsen en el camino de la competitividad. Los grandes proyectos de país serán los que nos lleven a una mayor colaboración entre empresas, a ser un país de producto propio, a salir de la carrera de ratas de los indicadores aislados.

Hace unos años, cuando los datos del informe PISA nos sacaron los colores, un amigo cercano que conoce muy bien el sistema vasco de innovación me dijo una frase que está resultando ser peligrosamente cercana a la verdad: «lo que nos ha pasado con la educación nos pasará en breve con la innovación. Es el resultado de querer vivir de las rentas«. Yo no me atrevo a decir que vivimos de las rentas porque eso sería despreciar el trabajo y el esfuerzo de las miles de personas que se esfuerzan día a día para construir país desde las empresas y desde el gobierno, pero sí que creo (y lo he dicho) que nos estamos durmiendo en los laureles, que estamos olvidando lo que fuimos y la responsabilidad que tenemos con el futuro. Como le pasa al Conejo Banco del cuento de Carrol, para mantener nuestras posiciones de bienestar y de calidad de vida, toca correr.