La inversión en ciencia es la magia que cura el cáncer.

Hoy el grupo de comunicación vasco EITB organiza una maratón para recaudar fondos en la investigación para curar el cáncer infantil. Es una iniciativa que se repite cada año, que cuenta con una gran cobertura mediática y con el apoyo de miles de personas conocidas y anónimas. Es una iniciativa maravillosa.

En casa hoy había jaleo. Mientras tratábamos de hacer una donación por bizum desde el móvil, compartíamos tertulia con la presentadora de la ETB:

-La donación más repetida es de 50 euros. Pero hay 15 personas que han donado más de mil euros

-Joder, ¿quién dona mil euros?

-Alguien al que le ha tocado.

Y de repente se ha hecho el silencio. Alguien al que le ha tocado. Y no ha hecho falta decir más. Aquí no ha tocado. Pero en la habitación del fondo duermen dos cachorros. Ruidosos, gritones, llenos de vida. Donar es una forma de conjurar a la suerte, de alejar a los malos espíritus, de saldar cuentas con la negra. He pagado. Así que no vengas a joderme.

Pero no funciona así. No valen los conjuros, ni los eguzkilores. No vale esconder la cabeza. Porque el cáncer no entiende de tratos. Ni el Alzheimer. Ni la demencia. Ni la enfermedad de San Filippo. De lo único que entienden es de soluciones que vienen de la inversión en ciencia y de la investigación médica. Las brujas sanadoras son las universidades y los centros de investigación, los conjuros son los hospitales, los laboratorios, las empresas. Las palabras mágicas son inversión en investigación y en transferencia de soluciones al mercado.

Cuando levanto la cabeza de estas líneas la recaudación solidaria roza el medio millón de euros. Es mucha solidaridad, es una ola de empatía, de apoyo y de esperanza. Pero no es la solución. La solución es invertir en ciencia. La solución puede venir de la misión que Europa está montando para curar el cáncer. La solución viene de una carrera de fondo, de años de trabajo duro, de compromiso político y de millones de euros invertidos. Preguntadle si no a los americanos, que llevan desde 1934 luchando contra el cáncer, primero con War on Cancer y luego con Cancer Moonshot.

Pensadlo la próxima vez que paguéis al fontanero en mano para que no os haga factura. Pensadlo cuando no declaréis el alquiler que recibís por el piso que tenéis vacío. Pensadlo cuando digáis que las grandes empresas no pagan lo que deben pero que, bueno, al menos crean empleo (y regalan juguetitos a la sanidad pública). Pensadlo cuando escuchéis a los políticos hablar del peligro de la inmigración y de otras cortinas de humo, mientras esconden las manos a la espalda con las palabras innovación y ciencia amordazadas dentro del puño.

Y mientras pensáis, donad. Puede que la solidaridad no sea la respuesta a los grandes retos sociales, pero mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.